MICROLAPALMA Curiosidades Rameras, escorts y otros nombres para las prostitutas

Rameras, escorts y otros nombres para las prostitutas



A finales del año 2017, la palabra postureo pasó a formar parte, oficialmente, del idioma español, al entrar en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Un lenguaje hablado por millones de personas en todo el mundo, con diferentes versiones, casi por cada país o por cada región en la que se utiliza, y que sigue evolucionando. Porque a pesar de lo que muchos piensan, el lenguaje no está escrito en piedra, sino que es un ente vivo y mutable que se adapta a los tiempos. De hecho, el ejemplo de la palabra postureo viene como anillo al dedo para explicar este avance. Esa palabra, tan utilizada en la última década, se erige como una necesidad para nuestro lenguaje en unos tiempos donde la apariencia es más importante que nunca. El postureo se ha multiplicado, y este nombre ha conseguido canalizar todas esas opiniones al respecto de las personas que solo lucen en apariencia y de forma impostada.

Podíamos definir lo que era el postureo antes de contar con este término, pero gracias a él, nuestra visión de la realidad se ha vuelto mucho más clara y concreta. Y es que cuando algo no se puede nombrar como tal es como si no existiera. Si necesitamos una frase entera para definir una acción, pero no tenemos un verbo con la que llamarla, nos encargaremos de dar solución a ese problema. Ha ocurrido con este término y seguirá ocurriendo con otros muchos, como viene pasando, de forma natural, a lo largo de la historia. Por pura necesidad, por precaución, por la intención de ser más concretos o tal vez más difusos con nuestro lenguaje… La lengua es un arma muy  poderosa que puede cambiar nuestra percepción del mundo por completo, y una muestra perfecta la tenemos en los eufemismos, que son vocablos utilizados para evitar ciertas palabras tabú. Desde las típicas frases para ir al baño hasta los nuevos términos que están intentando volver al lenguaje más políticamente correcto. Para algunos, una manipulación muy rastrera. Para otros, simple evolución, como lleva ocurriendo con la palabra prostituta y sus sinónimos desde hace siglos.  

Un oficio muy vigente

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Aunque la actitud del postureo viene de lejos, es cierto que hasta este momento no habíamos tenido la necesidad real de acuñar un término para dicha actitud. Sin embargo, hay palabras que tienen siglos, casi milenios de antigüedad, porque vienen acompañando a acciones o a oficios casi tan viejos como el propio ser humano. La prostitución ya se daba en las primeras sociedades, y lejos de caer en desuso, como tantos otros oficios antiguos, está más vigente que nunca en nuestros días.

Basada en la sencilla pero siempre efectiva idea de que el hombre pagará por tener sexo con una mujer, son muchas las prostitutas que han podido sobrevivir gracias a estos servicios. El debate sobre su regularización sigue abierto, pero mientras tanto, el lenguaje se encarga de poner cada cosa en su sitio… o casi.  

Diferentes nombres a lo largo de la historia

El oficio de trabajadora sexual se da en prácticamente todas las culturas y sociedades, tanto las actuales como las más antiguas. El éxito de esa idea tan sencilla, de ofrecer un servicio sexual a cambio de dinero, está más que probado en la realidad. Cambian los tiempos, llegan incluso nuevas teorías antipatriarcales, pero la prostitución, a veces perseguida y siempre marginada, se mantiene. Es una realidad compleja la que encontramos en este negocio, con mujeres que son obligadas a prostituirse, y otras muchas que lo hacen por pura necesidad, por oficio, por diversión… El peso de la palabra prostituta sigue siendo demasiado para muchas de ellas, así que han buscado alternativas, a través de eufemismos y sinónimos. Algunos, como mujer de la calle, son peyorativos.

Otros, como trabajadora sexual, intentan equiparar este oficio al resto, anteponiendo que es un trabajo como cualquier otro. El sinónimo más utilizado, que viene de hecho de una contracción de la palabra, es puta. Tan peyorativo como los anteriores, se usa de manera vulgar pero muy común en el lenguaje coloquial, incluso para insultar. Hay otros vocablos que se han ido incorporando, a veces incluso por préstamos lingüísticos de otras lenguas. Meretriz y ramera son dos de los más antiguos, y ya se utilizaban hace siglos. Los adjetivos como golfa o zorra suelen ser también habituales, aunque no tanto para designar a las trabajadoras sexuales sino más bien como insultos a las mujeres en general. Pelandusca y fulana son también muy reconocidos en algunos países de habla española. El segundo de ellos hace referencia a una mujer cualquiera, como en el uso que se da a la expresión “fulana de tal”. De hecho, utilizar cualquiera como sustantivo en referencia a las mujeres que ofrecen servicios sexuales suele ser también bastante habitual en países latinoamericanos.  

El tabú del sexo de pago

La mayor parte de los eufemismos que encontramos para la palabra prostituta han dejado ya de estar vigentes como palabras sin connotación. De hecho, los eufemismos se crean precisamente para evitar utilizar unapalabra negativa, cambiándola por otra que todavía no tiene esa consideración, o que al menos, no resulta tan vulgar. Pensemos, por ejemplo, en la expresión hoy en desuso “ir al excusado” en lugar de ir al baño. No hace falta decir qué es lo que vamos a hacer en el baño, porque esa información puede ser ya demasiado íntima y sensible. Simplemente nos levantamos y anunciamos que vamos al servicio, como expresión sinconnotación alguna. El tabú en el sexo de pago es mucho más amplio y se denota en casi cualquier expresión que se utilice a estas alturas.

El propio sexo de pago es un tabú, así que para hablar de este negocio siempre se utilizan subterfugios y eufemismos. Pero han sido tantos a lo largo de la historia que han perdido su capacidad para “ocultar” la verdadera realidad de lo que nombran. Si hablamos de una chica buscona estaremos llamándola indirectamente puta, y todo el mundo es capaz de entender esa referencia. Incluso dentro del propio negocio, la palabra escort se utiliza ya como trabajadora sexual, aunque comenzó siendo simplemente una acompañante. Otros términos, como cortesana, todavía conservan cierto aire de formalidad, despegándose un poco de lo peyorativo. Son mil nombres, mil palabras, que al final resultan en lo mismo: una realidad que sigue muy viva en nuestros días.  

El carácter peyorativo de estos términos

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Cuando una palabra sustituye a otra por la necesidad de no nombrar esa última, el eufemismo es efectivo. Sin embargo, este tipo de expresiones terminan siendo poco útiles en cuanto se dejan inocular por el carácter peyorativo de los vocablos originales. Cuando su uso se extiende demasiado, cuando son tan conocidas que ya todo el mundo sabe a lo que nos referimos, los eufemismos mueren de éxito.

Y es que hoy en día no hay una sola expresión relacionada con la prostitución que no tenga, al menos en parte, ese punto negativo. La palabra escort conserva cierto glamour, también por ser un anglicismo, y puede que trabajadora sexual, por su misión simplemente explicativa, también se muestre de esa forma. Sin embargo, el carácter negativo de estos vocablos sigue muy vigente en la mayoría de casos.